Texto por: Paulina Jiménez
@malamodamx
En la era de redes sociales, infinitas microtendencias, aesthetics y nichos, casi cualquier cosa que imaginemos puede ser convertida en un –core.
En la actualidad, el término -core se define por una tendencia que se forma de pequeños “momentos clave” que ayudan a curar una estética muy específica para ciertos grupos. Algunos hasta han sido ridiculizados por ser bautizados con nombres “mob wife aesthetic”, “farmer’s daughter core” u “old money hamptons yacht aesthetic”.
Se trata de que, al juntar situaciones y momentos específicos, utilizando piezas o elementos clave en nuestra persona, podemos crear una representación curada y “única” con la que seremos identificados y validados por el entorno.
Y es normal querer ser identificado de una forma que nos genere validez del exterior. Esta identidad, a pequeña escala, se visualiza como individualidad. Pero a gran escala incluso puede definir la forma en la que un país, por ejemplo, puede ser visto por el resto del mundo – o dentro del imaginario de los nativos.
Hace un par de años el internet debatía sobre si el Little Mexican Girl Core realmente representaba una estética realista de lo que implica ser una niñita mexicana, o si más bien se trataba de una romantización y apología de muchos años de estereotipos dañinos a las mujeres de este país. La balanza claramente se inclina hacia un lado.
Esta visión romántica y católica, rodeada de trencitas, moños y olanes solo vive en la mente de quienes perciben la cultura mexicana de esta forma: catolicismo, inocencia y en muchos casos, precariedad. A lo que voy es que, esta imagen proviene de una percepción general y/o externa. Toma puntos que en superficie podrían ser reales pero se sustraen de un contexto completo y más complejo (aunque obviamente esto sucede con muchas otras culturas).
Hablando específicamente de México y la moda, se ha “brandeado” al país bajo este paraguas de lo prehispánico, de la cultura indígena, colores vibrantes y bordados. Nuestros mismos diseñadores y también el mundo exterior han intentado expresar un “balance” entre el estereotipo y el orgullo que se afirma sentir de nuestra cultura.
Con momentos como los de la plataforma de Fashion Week México hemos podido visualizar la percepción de México por los mismos diseñadores mexicanos. Han ido desde el “branding genérico” con lo que se puede asociar un México antiguo, hasta intentar representar nuestro país en su versión globalizada. Ambas atraen a un público y compradores que no perciben su propio imperialismo.
La chispa que siempre despierta la conversación es que, no por admirar la belleza de una colección deberíamos intentar sustraer el contexto con el que se crean las prendas. Tampoco podemos hacer caso omiso de que, en la mayoría de los casos, quienes logran llegar a presentarse en plataformas masivas tienen una raíz de vida similar.
La moda es antropología, por lo que deberíamos estar conscientes de que, algún día la representación de la moda mexicana no alcanzará a expresar los diversos tintes y matices que la conforman en nuestra realidad actual. (¿Y realmente eso podría ser posible?)
Entonces, ¿sí existe un mexican core? A mi parecer, es una paradoja. Existe, pero no entra en la definición de -core que tenemos porque se trata de una serie de percepciones sesgadas por el origen de la persona. Todas existen, conviven y conforman una visión que continúa definiéndose mientras, como mexicanos, seguimos en la búsqueda de diversas identidades que se acerquen más a representar la moda y nuestro ser.
Mi mejor consejo, más allá de buscar encontrar un “-core” o “aesthetic” que exprese lo que individualmente sentimos como identidad de lo mexicano, deberíamos dar espacio a más voces que nos permitan visualizar su propia expresión de un “Mexican core”, que nos permitirá ampliar el espectro de lo que sea que eso significa para ellos y para nosotros.
¿Si el mexican core existe, realmente queremos una versión hiper curada que genere validez del exterior? ¿Se puede evitar encapsular y tratar de traducir una identidad compleja en un fashion moment? ¿o aceptar el fashion moment nos dará la libertad de una expresión antropológica más completa? Espero algún día lo sepamos.